Entre depósitos y decisiones: el trabajo del enólogo que empieza cuando acaba la vendimia

Cuando acaba la vendimia, el trabajo del enólogo entra en su fase más técnica. Decisiones sobre fermentaciones, remontados o control de temperatura marcarán la calidad final del vino.

Cuando acaba la vendimia, los tractores regresan vacíos a la bodega, las tijeras descansan y el bullicio del campo se transforma en un silencio denso, interrumpido solo por el burbujeo de los depósitos. Es el momento en que empieza otro tipo de vendimia: la del conocimiento, la observación y las decisiones.
Porque si el viñedo define el potencial de un vino, el trabajo del enólogo en las semanas posteriores a la recogida es el que traduce ese potencial en calidad, equilibrio y personalidad.

En esta fase, la intuición se apoya en la ciencia, la experiencia se mezcla con los datos, y cada gesto —abrir o no una válvula, prolongar un remontado, esperar un día más antes del descubado— tiene consecuencias directas en el resultado final.

Fermentaciones: donde el vino empieza a definirse

La fermentación alcohólica es uno de los momentos más críticos del año en bodega. La elección de la levadura (autóctona o seleccionada), la temperatura de arranque y el ritmo de fermentación marcan la expresión aromática y la textura del vino.
Un enólogo sabe que no existen recetas universales: un Tempranillo recogido a 14ºC en una noche de octubre no se comporta igual que un Verdejo vendimiado de madrugada a 9ºC.

En estos días, el laboratorio y la bodega trabajan en paralelo. Se miden densidades, temperaturas, volátiles, y se catan mostos para anticipar desviaciones. Un descenso demasiado rápido de densidad puede alertar de un riesgo de parada fermentativa; un incremento térmico, de una actividad excesiva que puede comprometer la frescura.

Detrás de cada depósito hay una decisión: intervenir o dejar hacer. Y en esa frontera entre control y paciencia se mide la sensibilidad del enólogo.

El arte del remontado: aire, color y equilibrio

Los remontados son el pulso diario de la fermentación en tintos. Al romper el “sombrero” —esa capa de pieles y pepitas que flota sobre el mosto—, se favorece la extracción de color, aromas y taninos, y se oxigena el medio para mantener activa la levadura.
Pero no se trata solo de un gesto mecánico: el tipo de remontado (abierto, cerrado, aireado o sin aire), su duración y frecuencia determinan el perfil final del vino.

Un exceso puede endurecer los taninos y oxidar aromas; una carencia, dejar vinos apagados o faltos de estructura. Por eso, cada mañana, entre el vapor del CO₂ y el olor a fruta madura, el enólogo escucha sus depósitos: la temperatura, la intensidad de burbujeo, el color que se adhiere al acero o al cemento son señales que guían su decisión.

En bodega, el oído, la vista y el olfato son herramientas tan valiosas como el termómetro o el densímetro.

Control de temperatura: precisión invisible

Si hay una variable que define la precisión enológica, es la temperatura.
Durante la fermentación, mantener un rango óptimo (en torno a 24–28 ºC en tintos y 16–18 ºC en blancos) garantiza que los compuestos aromáticos no se volatilicen en exceso y que las levaduras trabajen de forma estable.

Pero el control térmico no termina cuando el mosto deja de fermentar. Tras el descube, los vinos jóvenes necesitan estabilidad, y un descenso progresivo ayuda a clarificar de forma natural, evitando fermentaciones malolácticas no deseadas o desviaciones microbianas.

En este punto, la tecnología —camisas de refrigeración, control digital de depósitos, registros de temperatura— se convierte en aliada. El enólogo ya no necesita tocar la pared del depósito para saber lo que ocurre dentro, pero sigue haciéndolo: hay sensaciones que los sensores aún no sustituyen.

Cata de mostos y vinos en fermentación: la intuición en su máxima expresión

Mientras los datos analíticos ofrecen cifras, la cata diaria de mostos da matices.
Probar un vino en fermentación es un ejercicio de interpretación: los sabores aún están disociados, la acidez es punzante, los taninos se muestran rugosos. Pero entre esa aparente desarmonía, el enólogo busca señales: equilibrio, intensidad, promesas.

Un mosto que desprende notas limpias de fruta y frescor augura un vino franco; uno que muestra aromas reductivos o amargos anticipa correcciones o decisiones más drásticas.

Esa lectura sensorial, día tras día, permite decidir cuándo descubar, cuánto macerar o cuándo detener una fermentación.
Cada vino evoluciona a su ritmo, y el trabajo consiste en escuchar más que imponer.

Cuando acaba la vendimia, el tiempo se mide en decisiones

Cuando acaba la vendimia, el ritmo cambia, pero la exigencia aumenta.
El enólogo pasa del campo al acero, del racimo al depósito, de la vendimia manual a la gestión microscópica de levaduras, bacterias y temperaturas.
Durante estas semanas, las decisiones son menos visibles, pero más determinantes que nunca: definen el color, la estructura, la frescura y, en última instancia, la identidad de un vino.

Porque un vino no nace el día de la vendimia, sino en las semanas posteriores, entre depósitos, análisis y catas. Allí, lejos del sol y del viñedo, la materia prima se transforma en emoción líquida.

Una bitácora entre la ciencia y la emoción

El oficio del enólogo no se mide en días de vendimia, sino en horas de observación.
El laboratorio aporta datos, la experiencia aporta contexto, pero la intuición —esa mezcla de conocimiento y sensibilidad— sigue siendo el instrumento más valioso.

Hay días en que los depósitos parecen hablar, y el enólogo aprende a entenderlos.
Entre los burbujeos de CO₂, el sonido de las bombas y el aroma del mosto, se escribe cada año una historia distinta: la historia del vino que está por venir.

Y así, cuando acaba la vendimia, comienza el verdadero viaje.

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Decisiones de vendimia por parcela: datos vs. intuición

Cómo tomar decisiones de vendimia por parcela combinando datos (madurez, clima, logística) e intuición enológica para optimizar calidad y rendimiento.

La vendimia es una decisión estratégica que define el estilo, la calidad y la rentabilidad de un vino. En consultoría, el debate “datos vs. intuición” aparece cada campaña, pero rara vez es una disyuntiva real: la excelencia surge de integrar información objetiva por parcela con la experiencia sensorial y el conocimiento del viñedo. En este artículo presentamos un marco profesional y práctico para decidir el momento óptimo de recolección en cada parcela.

Por qué decidir por parcela (y no por variedad)

Hablar de “la vendimia del Tempranillo” o “del Verdejo” es una simplificación que suele penalizar la calidad. La heterogeneidad intra-finca (suelo, orientación, vigor, edad, carga, estado hídrico) provoca ventanas de vendimia distintas a pocos cientos de metros de distancia. Decidir por parcela (e incluso por subparcela) permite:

  • Ajustar el punto de madurez al estilo objetivo (frescura, guarda, volumen).
  • Mitigar riesgos (lluvias, botritis, golpes de calor) priorizando los bloques más sensibles.
  • Optimizar logística y capacidad de bodega evitando puntas que comprometan temperatura y sanidad.
  • Aumentar la consistencia entre añadas con un método replicable.

Los datos que importan (y cómo leerlos)

El dato es útil cuando es representativo y accionable. Dos principios: muestreos homogéneos y series temporales (cada 3–4 días al acercarse la fecha objetivo). Entre los indicadores clave:

  • Azúcares/potencial alcohólico (°Brix/PA%): tendencia más que cifra puntual.
  • pH y acidez total (AT): equilibrio y estabilidad; atención a subidas rápidas de pH.
  • Madurez fenólica (antocianos extractables, IPT, tanino de pepita): crucial en tintos.
  • Peso de baya y relación piel/pulpa: concentración y riesgo de dilución tras lluvias.
  • Nitrógeno asimilable (YAN) en mostos blancos: planificar nutrición fermentativa.
  • Estado sanitario y presión de enfermedades: inspección visual con protocolo.
  • Pronóstico meteorológico operativo (5–7 días): lluvia, amplitud térmica, viento.
  • Capacidad logística: vendimiadoras, cuadrillas, transporte, frío, prensas/depósitos.

Decisiones de vendimia: panel analítico imprescindible

  • Blancos aromáticos (ej. Verdejo/SB): PA objetivo 12,5–13,5% vol, pH 3,1–3,3, AT consistente; YAN medido para diseñar adiciones; control de tiolización: vendimia fresca, rapidez a prensa y protección oxidativa.
  • Tintos de estructura (ej. Tempranillo): observar antocianos y pepita (semillas pardas, tanino no verdoso), pH 3,4–3,6 con AT suficiente para sostener crianza; piel firme, pulpa no harinosa; evitar sobrepasar ventana fenólica por perseguir azúcar.

Nota: los rangos son orientativos; cada proyecto define su ventana objetivo según estilo, altitud y suelo.

Decisiones de vendimia: lectura sensorial y de campo

  • Cata de uvas: amargor de pepita, astringencia en encía, elasticidad de piel, intensidad aromática en piel/pulpa.
  • Semillas y raspón: lignificación, sabor vegetal vs. neutro.
  • Hoja y estrés hídrico: olor a tisana/verde, enrollamiento, desecación marginal.
  • Distribución de madurez dentro del mismo bloque: borde vs. centro, sombras vs. insolación.

La intuición bien entendida (y por qué la necesitamos)

La “intuición” del enólogo experto no es azar: es patrón aprendido tras años correlacionando datos, clima y resultados en copa. Aporta:

  • Lectura de señales débiles (cambios de textura, aromas incipientes, velocidad de maduración).
  • Contexto histórico de la parcela (comportamiento en añadas cálidas/frías/húmedas).
  • Gestión del riesgo: decidir si adelantar 48 horas antes de un frente o esperar para ganar 0,2 de pH y más fenólica.

La clave es documentar esa intuición (cuaderno de campo, fotos, decisiones y resultados) para que se convierta en conocimiento transferible al equipo.

Decisiones de vendimia: logística y capacidad de bodega

Un dato excelente pierde valor si no se puede vinificar a tiempo y a temperatura. Recomendaciones:

  • Definir tope de kg/hora de recepción por estilo (blancos vs. tintos).
  • Dimensionar frío (túnel, camión isotermo, nieve carbónica) para blancos y rosados.
  • Calcular cuellos de botella (prensas, estrujadoras, bombas) y escalonar los cortes.
  • Protocolizar paradas por lluvia y re-evaluación de sanidad al reanudar.

Las mejores decisiones de vendimia no se toman “contra” la intuición ni “contra” los datos, sino con ambos. Los datos aportan objetividad y defensa técnica; la intuición, experiencia, lectura fina y gestión del riesgo. Decidir por parcela —con un panel analítico robusto, una cata de uvas bien hecha, una logística alineada y un registro sistemático— convierte la vendimia en una ventaja competitiva: más precisión en estilo, menos mermas y mejores vinos, añada tras añada

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Final de la maduración en agosto: clave para la vendimia perfecta

El final de la maduración en agosto no es un mero paso en el calendario: es el punto en el que se decide gran parte de la calidad de la cosecha. De la precisión con la que se controlen los viñedos dependerá el estilo y la excelencia de los vinos.

El mes de agosto marca un punto de inflexión en el calendario vitivinícola. Tras la calma relativa de junio y julio, llega ahora el momento en que la uva acelera su proceso de transformación hacia el final de la maduración. El envero ya se ha manifestado y, con él, la piel cambia de color, el grano acumula azúcares, disminuye la acidez y empiezan a definirse los aromas y compuestos fenólicos que determinarán el estilo de los vinos. En este mes, cada día cuenta: la vigilancia se intensifica, las decisiones son más estratégicas y el trabajo del enólogo resulta decisivo para que la vendimia se inicie en el momento justo.

El papel del mes de agosto en el final de la maduración

Agosto es fundamental para el final de la maduración de la uva: se combinan el desarrollo de azúcares, fenoles y ácido, esenciales para conseguir equilibrio en vendimia. Así se vive esta etapa en las denominaciones de origen a las que pertenecen muchas de las bodegas que confían en el asesoramiento de Vinológica:

Ribera del Duero

La vendimia comienza generalmente en septiembre, tras una maduración más pausada gracias a la altitud y amplitud térmica. Agosto es crucial para la síntesis de antocianos, la acumulación de taninos maduros y la supervisión del estrés hídrico.

Rueda

En esta denominación la vendimia puede adelantarse a finales de agosto, sobre todo para variedades como el Sauvignon Blanc. El Verdejo, variedad reina, alcanza en estas semanas su punto de madurez aromática, lo que obliga a programar vendimias nocturnas para preservar la frescura y la expresión varietal.

DOP Cebreros

En la Sierra de Gredos, el Albillo Real se recolecta ya en agosto, mientras que la Garnacha tinta madura a diferentes ritmos según altitud y orientación, lo que obliga a vendimias escalonadas que se pueden prolongar hasta octubre.

DO León

Aquí, Vinológica acompaña a proyectos especializados en la Prieto Picudo y el Albarín. El mes de agosto es decisivo para controlar la acidez natural de estas variedades, que se convierte en la seña de identidad de unos vinos vibrantes y singulares.

Tareas clave en viñedo durante agosto

Agosto es fundamental para asegurar un buen final de la maduración. Estas son las principales tareas que Vinológica supervisa:

Control de viñedo y maduración

  • Muestreos frecuentes para analizar grado Brix, pH y acidez.
  • Seguimiento de compuestos fenólicos y equilibrio azúcar/acidez.
  • Evaluación del envero y avance del color en variedades tintas.

Vigilancia sanitaria y factores ambientales

  • Revisión constante frente a mildiu, oídio o botritis.
  • Evaluación del impacto del calor, la sequía o tormentas de verano.
  • Prevención de daños por fauna o corrimiento en variedades sensibles.

Decisiones estratégicas de vendimia

  • Determinar el inicio de la vendimia en cada parcela.
  • En Rueda: elección de vendimia nocturna y maquinaria adaptada.
  • En Cebreros y León: escalonar la recolección según altitud y exposición.

Preparación del enólogo para la vendimia

Para optimizar los resultados del final de la maduración y en paralelo al trabajo en viñedo, el enólogo debe anticiparse con tareas como:

  • Equipamiento y logística: prever vendimia nocturna en Rueda, maquinaria, personal, refrigeración, transporte rápido.
  • Planificación diferenciada por parcelas especialmente en zonas como Cebreros con altitudes variables.
  • Capacitación técnica en equipos de análisis in situ (color, azúcares, acidez) para decisiones ágiles.
  • Garantía sanitaria: fungicidas preventivos suaves y tratamientos ecológicos para minimizar riesgos y respetar calidad final.
  • Comunicación estratégica con viticultores, para afinar decisiones de corte conforme a muestreos.
  • Calendario vitícola: preparar protocolos de recepción, enfriamiento, limpieza de instalaciones de bodega previos a la llegada de uva.

El final de la maduración en agosto no es un mero paso en el calendario: es el punto en el que se decide gran parte de la calidad de la cosecha. De la precisión con la que se controlen los viñedos dependerá el estilo y la excelencia de los vinos. Con experiencia, rigor técnico y una mirada global, Vinológica prepara cada vendimia para que la uva llegue a la bodega en su momento óptimo, lista para transformarse en vinos únicos.